Puertollano fue la cuna
en su época dorada,
de la industria del carbón,
ya por muchos olvidada.
Hoy es hora de recordar:
Cuando yo era muchacha,
vi pasar a los mineros
con mono azul y alpargatas.
Y salían de la mina
con la carbura en la mano,
a la espalda dos tarugos
y su taleguilla al brazo.
Negros como el azabache,
Apenas se conocían,
regresaban orgullosos,
con sus familias volvían.
Siempre llenos de alegría,
Entonando una canción
Que, al brotar de sus gargantas,
era un (gracias a Dios).
Eran sus
coplas tan hondas,
tanto desgarro y cadencia;
sus notas sonaban dulces,
como hermosas habaneras.
Salían de lo mas negro,
desde las mismas entrañas
de arrancar el mineral
con el pico y la pala.
Cada día se jugaban
su vida a cara o cruz
como el torero en el ruedo,
ellos sin música y luz.
El minero bajaba al pozo,
negro y profundo abismo,
a luchar, pero sin ¡oles!,
en silencio pensativo.
Por su arriesgado trabajo
pienso que
estos mineros,
merecerían más
que nadie
que se les llame “guerreros”.
Hoy trabajan más seguros,
mejor pagados contentos,
su quehacer lo ilumina
el buen sol, a cielo abierto.
ISI RUIZ.
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