EL VIENTO
Qué inocentes las caricias
qué el viento me regalaba,
Pasaba silencioso, tímido,
por si acaso molestaba.
Me acariciaba sin manos.
Sin labios me besaba,
susurrándome al
oído
melodías gustaban.
Era una brisa sublime
la que me iba regalando.
Sus halagos eran candor
para no hacerme daño.
Yo lo escuchaba sin verlo,
sin voz él me susurraba.
Y enredaba mis
cabellos.
respondiéndole
mimosa:
Deja en paz a
mi alma,
¿ acaso nunca descansas?
ISI RUIZ.
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