El espejo no responde
a la implacable decepción.
Hoy al mirarme al espejo
sorprendida he quedado.
No reconozco la tez
que el cristal ha reflejado.
Espejo de azogue y plata,
¿qué te ocurre a ti conmigo?
No me quieres reflejar
hermosa y ser tú mi amigo.
Tú ya no eres el mismo
que al reflejar mi imagen
orgulloso se sentía
de que en ti me contemplase.
Siempre dejándote pulcro,
para que me devolvieras
la silueta joven y frágil
de mis quince primaveras.
No te equivoques conmigo,
y séme fiel hasta el fin,
devuélveme la imagen,
aquella que, muy ufano,
reflejabas para mí.
Bien recuerdo aquella tarde
que en tu luna me miré.
Yo era una adolescente.
Tres de mayo, bien lo sé...
El primer día de feria:
la ilusión me impacientaba
por estrenar aquel vestido
de muselina rosada,
En mi negra cabellera,
entrelazada con mimo,
cintas de raso anudadas.
Aquella imagen tan linda,
sin ninguna imperfección,
es la que añora hoy
mi nostálgico corazón.
Mejillas tersas rosadas,
bello rostro juvenil,
unos ojos tan profundos,
como un abismo sin fin.
Yo prometo no limpiarte,
ni mirarme más en ti:
la figura que me ofreces
en nada se parece a mí.
Los años pasaron rápidos
como una estrella fugaz.
Mi persona envejeció,
mas humilde reconozco
que joven me siento yo.
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