Rompe el silencio y la calma,
crece un clamor suave,
una incipiente lluvia,
desciende sin saberlo.
Quise escuchar su voz,
me puse a vigilarla,
tenia gran deseo,
de adivinar su acento.
Caía blandamente,
tan leve su sonido,
en mi rostro se posaba
gotas de suave pureza
cual bendición desvanecida,
brindando desde el cielo su caricia.
Era tal su timidez
hasta tuve que animarla,
a que siguiera cayendo.
¡OH! lluvia bienhechora!
Rescata de tu mente los recuerdos
Y cuéntame el secreto
de todos los diluvios inmortales,
y miles de aguaceros con historia.
Su voz , susurro constante
obsesionaba a mi alma
yo, escuchaba ansiosa
ella como ausente estaba.
Tímida le pregunte:
¿Alguna vez fuiste mar,
llegaste a ser océano
o quizás fuiste cascada?
¿tal vez copos de nieve,
o rocío en la mañana.
Añoras otros siglos,
otros jardines amados?
Ya no dialogaba ella,
su voz había quebrado.
En un silencio muy quedo,
con estremecido llanto ungia.
los campos, marchitos y secos.
Los lirios se hacían noche
vibrando en el perfume intacto
de la húmeda tierra,
que ávidos,
su sed saciaron.
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