En la espesura del bosque,
allá donde no entra el sol,
hay un banco centenario.
El tiempo su madera erosionó.
Solo, en el anochecer,
se siente vacío, desamparado,
desvencijado entre el follaje,
cubierto por las sombras
de los milenarios árboles.
Tiene prendido en el recuerdo
el susurro de tantas promesas,
el rumor de tantos ”te quiero”,
los secretos y juramentos,
los encuentros,
y las citas concertadas
de miles de enamorados
que su asiento compartieron.
Embriagados por el aroma del azahar,
aturdidos por las cálidas magnolias,
juraban que su amor sería eterno.
Como la luz, también los bancos mueren.
Solo el viento y la soledad
son su compañía cada día.
El dorado otoño, ya en su ocaso,
cubre amoroso su astillada madera,
deja caer sobre él
sus arrugadas hojas
como madre protectora.
Hay un vacío en el aire,
no escucha dulces promesas,
todos de él se olvidaron.
La nieve quema su asiento
como una llama súbita.
Añora su pasado,
los romances que escuchó,
los ecos de tanto abrazo...
Evocar es sufrir...
Olvidar es morir...
Él quiere descansar,
dar calor, ser luz,
madera candente,
volver a ser fuego,
cómplice de enamorados.
ISI RUIZ.
ISI RUIZ.
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