CRUDA REALIDAD
Verde altanera ortiga,
fuerte y punzante rosal.
Altiva, ella; erguido, él.
Hostil se hallaba la ortiga
al rozarse en las espinas
de los tallos del rosal.
Muy soberbia replicó:
“¡Qué brusco eres, amigo!
¡Jamás querré tu amistad!”
Él, arrogante, exclama:
“¡Ay, qué cruda realidad!
Siempre habla en esta vida
quien tiene por qué callar!”
ISI RUIZ
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