Mi leal y fiel amigo,
en la adversidad me amparas,
eres madre protectora,
con tu manto me custodias,
me defiendes sin desgana.
Tú siempre al acecho estás,
ni te inmutan aguaceros,
ni te importan las borrascas,
del potente sol de estío,
de él, también me resguardas.
Al desplegarte a lo alto
te elevas como un halcón,
me cobijas con tus alas.
Siempre contemplando el cielo,
si descubres chaparrón,
te abres como crisálida,
protegiendo mis cabellos,
y preservando mi cara.
En esas tardes lluviosas,
de tormentas insistentes,
me defiendes del chubasco.
Eres mi paraguas azul,
el más leal compañero.
Los dos caminamos juntos,
oyendo
el repiqueteo ,
de la lluvia persistente,
que nos llega desde el cielo.
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