En un jardín de rosas
y amarantos,
deje vagar sin custodiar
el alma mía.
Voló con decisión
a otros confines,
Sin recordar
que por entero
me pertenecía.
Voló sobre los fuegos
de fugaces primaveras,
aquellas que almibaraban
el aire de la noche.
Y no encontró otros edenes
más grandiosos
ni dicha vislumbró
en ninguna parte.
Cansada, extenuada,
sollozaba el alma
buscando su morada reposada,
la encontró, la estaba yo esperando,
sin cansancio ni desgana.
Sigan las estrellas
brillando en los cielos,
Y mi alma siempre mía;
Y yo, solo de mi alma.
Isi Ruiz.
Isi Ruiz.
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