Sombra,
yo te descubrí
en
una tarde de estío.
Sombra,
tú siempre acechando
todos los
instantes míos.
Sombra
sin cara, sin nombre
que
acompañas mi destino.
Sombra,
si al sol yo venero;
sombra,
si a la luna miro.
Palpitando
tras de mí,
tú
siempre serás mi escudo,
Te
ocultas, desapareces, fluyes
en
los momentos más íntimos.
Sombra
sumisa y callada,
cuando
al pisar el asfalto,
el
sol proyecta su luz,
firme
e inflexible te hallo.
Te
desplazas como en ondas,
tan
próxima y tan cercana...
Te
acepto ¡tú eres mía!
sigue
siendo mi guardiana.
Caminamos siempre unidas
en las tardes soleadas.
En
las noches, si la luna
derrama
su luz de plata.
Sutil
como un soplo eres,
igual
a un suave perfume,
Asirte
a veces quisiera,
y
tú, de mi abrazo huyes.
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